DOS GARDENIAS
Sus únicas debilidades eran las gardenias y la patria; aparte de esto, era perfectamente sensato.
Oscar Wilde, El fantasma de Canterville.
En el jardín del final del verano el ROCÍO cubre la mañana.
La pequeña araña se ha quedado quietecita esperando a que el sol se desperece para seguir trabajando.
La oruga de Papilio Machaon se ha subido al Foeniculum vulgare, para aspirar el aroma del anisete y seguir creciendo. Pronto se detendrá en seco, gorda y feliz. Toca esperar a hacer la crisálida, invernar y salir vestida de mariposa en la primavera.
Con el sol aún tímido, el ROCÍO de la gardenia se deshace.
Para invitar a una dama al teatro, regálale una fragante GARDENIA. Su nombre evoca al jardín, como el de su descubridor, el naturalista Alexander Garden.
Se marchita pronto, enseguida se amarrona, pero el tiempo que está fresca, inunda el ojal de las señoras con su perfume.
O su tocado
Billie Holiday
Un verdadero gentleman adornará su boutonnière con una gardenia. Muy romántica era la práctica dandy de algunos caballeros ingleses muy coquetos, de coser a la chaqueta una ampolla de agua para mantener la flor siempre fresca.
Tom Ford en el Festival de Venecia (2009)
Dos gardenias para ti
con ellas quiero decir
te quiero, te adoro, mi vida.
Ponles toda tu atención
que serán tu corazon y el mío.
Dos gardenias para ti
que tendrán todo el calor de un beso
de esos besos que te di
y que jamás encontrarás
en el calor de otro querer.
A tu lado vivirán y te hablarán
como cuando estas conmigo
y hasta creerás
que te dirán te quiero.
Pero si un atardecer
las gardenias de mi amor se mueren
es porque han adivinado
que tu amor se ha marchitado
porque existe otro querer.
Fotos Javier Rodríguez, verano 2015
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